viernes, 23 de noviembre de 2012

Historia clínica. Eduardo Galeano. Literatura y Salud.



Historia clínica

Eduardo Galeano

Informó que sufría taquicardia cada vez que la veía, aunque fuera de lejos.

Declaró que se le trababa la lengua y no lograba articular sonidos cuando ella lo miraba, aunque fuera de refilón.

Admitió una hipersecreción de la glándula sudorípara cada vez que ella le hablaba, aunque fuera para contestarle el saludo.

Reconoció que padecía graves desequilibrios en la presión sanguínea cuando ella lo tocaba, aunque fuera por error.

Confesó que por ella padecía mareos, que se le nublaba la visión, que se le aflojaban las rodillas, que lo desvelaba el insomnio.

-Fue hace mucho tiempo, doctor -dijo-. Yo nunca más sentí nada de eso.

El médico arqueó las cejas:

-¿Nunca más sintió nada de eso?

Y diagnosticó:

-Su caso es grave.

¿Diagnóstico?. Eso era antes. Le estoy haciendo un presupuesto.

 ¿Diagnóstico?. Eso era antes.
 Le estoy haciendo un presupuesto.


sábado, 10 de noviembre de 2012

Políticas de salud que ahorran y crean riqueza.

Políticas de salud que ahorran y crean riqueza.

El Debate sobre nuestra Salud

Ante la iniciativa de Madrid de imponer el euro por receta se ha reavivado el debate sobre la sanidad pública. Conviene recordar que para mejorar realmente el bienestar de la población, es mejor prevenir que curar


No es la actual crisis sistémica quien amenaza los valores de nuestro Estado de bienestar y reduce prestaciones, sino ciertas reacciones que ciertos Gobiernos tienen ante la crisis. Entre esas reacciones están los hachazos a un logro de todos, el Sistema Nacional de Salud (SNS), arduamente fraguado y con profunda legitimación social. Parece que el tiempo es escaso y las decisiones, ineludibles. Hoy como siempre, hay que buscar el máximo valor social a nuestro dinero, el de todos. A veces, pero no siempre, ello implica reducir gasto; cuando así es, hay que reducirlo con la mayor inocuidad posible: sin dañar a lo que de verdad importa. Los poderes no pueden seguir hipnotizados por indicadores económicos obsoletos. Las organizaciones ciudadanas, tampoco. En salud, no podemos quedarnos presos entre las paredes del sistema asistencial, cuadrando las cuentas de resultados a corto plazo con ajustes arbitrarios o inespecíficos. Podemos cambiar la perspectiva: mirar cómo ganar salud, desarrollar las políticas que sí rinden auténticos beneficios humanos y suprimir las actuaciones innecesarias, ineficaces o dañinas (para la salud y la economía). Podemos hacerlo si las decisiones de los Gobiernos y las organizaciones (las sanitarias, por ejemplo) siguen el rumbo que marca la brújula de los ciudadanos activos, la del inmenso capital humano y de conocimiento que posee España. Y podemos hacerlo si aplicamos los instrumentos normativos adecuados.

Para tamizar soluciones no puede obviarse que nuestro sistema sanitario ha sufrido una preocupante inflamación: entre 2002 y 2009 aumentó el 63% el gasto sanitario per capita; un 33% si ajustamos por inflación. Los costes del cuidado de la enfermedad subieron por encima del crecimiento; se decidió gastar, endeudándose, pensando más en los grupos de presión que en el bienestar del ciudadano. Ahora conviene que al recortar sí se piense en él. Los servicios sanitarios asistenciales se han inflado más de la cuenta y a menudo realizan actuaciones inútiles. Hay una lista considerable de intervenciones diagnósti-cas y terapéuticas cuyos efectos son nulos, cuando no perjudiciales; muchas de tales listas permanecen en los cajones de las mejores agencias de evaluación de tecnologías sanitarias.
Entre las actuaciones suprimibles hay algunas catalogadas como preventivas; por ejemplo, la detección precoz del cáncer de próstata o el uso de fármacos para el colesterol en mujeres de bajo riesgo (que en España son la mayoría). La proliferación de intervenciones médicas ineficientes y el alienante consumismo sanitario no son ni cultural, ni política, ni económicamente ajenos a la burbuja inmobiliaria y otras prácticas perversas del sistema financiero. En contraste, las iniciativas dirigidas a mejorar realmente la salud y el bienestar de la población —las políticas ambientales, laborales y sociales— están siendo atenazadas. Todavía no hemos asumido que una clave de la sostenibilidad del SNS consiste en reducir el flujo de entrada: en conseguir que la gente no enferme o enferme menos, que necesite lo menos posible los cuidados sanitarios.

Hay pruebas suficientes de que eso es posible. La Ley 33/2011 General de Salud Pública (LGSP) introduce principios, normas y mecanismos que pueden facilitar una salida de la crisis mediante un SNS más equitativo y eficiente. Son soluciones que aplican los países más avanzados y con mayor calidad democrática del mundo. En cambio, el actual Gobierno ha arrojado dicha ley al olvido: no la desarrolla, no la invoca, no la aplica, no la cumple. En los actuales espacios de decisión la salud pública no está, ni se la espera.

Una educación de calidad desde el inicio vital es lo más eficaz para combatir cualquier futura dolencia
Mitigar los daños de la crisis en la salud requiere decir el qué y el cómo. La Ley General de Salud Pública establece el principio de salud en todas las políticas y propone estrategias para desarrollarlo. Se trata de adoptar medidas en los distintos sectores de gobierno para que, manteniendo sus objetivos primarios, favorezcan además la consecución de una mejor salud colectiva. Estimaciones aproximadas, pero racionales y verosímiles, nos indican que una política de movilidad que reduzca la contaminación atmosférica de nuestras ciudades a los niveles recomendados por la OMS, fomente el desplazamiento no motorizado y disminuya las lesiones de tráfico tiene un extraordinario potencial de evitar enfermedad y de ahorro.
Gracias a las actuales políticas de seguridad vial, España ahorra actualmente unos 330 millones de euros anuales en vidas, sufrimiento y consumo sanitario. Si empieza a caminar al menos cinco minutos diarios quien ahora no lo hace, se evitarán más de 1.000 muertes al año y se ahorrarán 1.470 millones de euros. La reducción de 1 gramo de sal por persona y día para reducir la hipertensión arterial evitaría unas 7.000 muertes y gran carga de enfermedad. Como las mencionadas, se pueden enumerar otras muchas medidas con efectos comprobados en la reducción de sufrimiento, discapacidad y muerte. Algunas de estas medidas, al igual que la ley de prevención del tabaquismo pasivo, son de muy bajo coste. Ocurre que los indicadores al uso y las evaluaciones no computan ni las cargas más tóxicas de parte de nuestro sistema económico ni los beneficios de las acciones que evitan tales daños.
Aún mejor que lo mencionado, pero con coste, es garantizar una educación de alta calidad desde el inicio de la vida hasta el fin de la etapa obligatoria, que forme a ciudadanos con madurez democrática, capacidad crítica y participativa. Una educación así otorga un potencial de salud a largo plazo de magnitud superior a cualquier otra iniciativa. La educación de calidad es desde luego la materia prima básica y, por ello, hoy es crítico proteger de la pobreza y la alienación a los niños. En caso contrario dejamos marcas indelebles.

Las autoridades deben ocuparse de que se cumpla la normativa vigente o derogarla
En los servicios sanitarios, y siguiendo lo recogido en la LGSP, debe establecerse ya la lista de intervenciones diagnósticas, terapéuticas y preventivas ineficaces para suprimirlas. Hay suficiente capacidad y conocimiento para organizar una red de expertos cualificados con autoridad científica contrastable, que facilite las decisiones de las autoridades sanitarias. Obviamente, algunas decisiones podrán criticarse como supresión de prestaciones. Pero ya hemos cedido demasiado ante quienes se lucran con el consumismo sanitario. Además, la iatrogenia se ha convertido en uno de los principales problemas de salud de los países desarrollados.

Todo ello no es sencillo, ¿cómo iba a serlo? Cambiar requiere pedagogía y diálogo, una cierta autocrítica y comprensión de la población, la complicidad de los profesionales y coraje político. En este camino la transparencia es imprescindible, como lo es acostumbrarse a priorizar; por ejemplo, en las listas de espera, como ya se hace, o con los incentivos a la profesionalización. Las opciones aparentemente fáciles, como las privatizaciones, sin un marco que garantice la competencia, son contraproducentes.

Un hecho conviene subrayar: las Administraciones públicas deben cumplir la normativa vigente o derogarla. La LGSP establece que las normas y políticas que afectan a la salud deben someterse a la evaluación de impacto en salud y que deben contribuir a reducir las desigualdades sociales en salud. Resoluciones y normas jurídicas recientemente adoptadas por el Gobierno van a tener efectos adversos en la salud de la población; pueden quedar sin evaluar. Así, dejar fuera del sistema de salud a decenas de miles de personas afecta además de a su atención sanitaria a la organización y tutela de la salud pública, con efectos obvios en la salud, que no han sido apreciados, como tampoco se ha hecho al disminuir la prestación de desempleo, especialmente a los que son más vulnerables. Por ello es oportuna la rectificación que se atisba para volver de facto a la universalización. También es imprescindible que se cumplan las leyes sobre conflictos de interés, tan frecuentes en sanidad. Es imprescindible desde todos los puntos de vista: el económico convencional, el cultural y el democrático. Basta ya de contemporizar con la corrupción, de la índole que sea. Hay pruebas fehacientes: los países con un buen desarrollo de la salud pública son aquellos con una calidad de vida democrática más elevada. Contribuyamos a ello, y a salir de la crisis, cumpliendo con la Ley General de Salud Pública.

Ildefonso Hernández, Fernando G. Benavides y Miquel Porta son médicos y catedráticos de Salud Pública en la Universidad Miguel Hernández, Pompeu Fabra y Autónoma de Barcelona, respectivamente.
 Fuente: El País.10.11.2012
 

DÍA DE LA CIENCIA. EDUARDO GALEANO* 10 de Noviembre



DÍA DE LA CIENCIA. EDUARDO GALEANO*

10 de Noviembre

El médico brasileño Drauzio Varella ha comprobado que el mundo invierte cinco veces menos dinero en la cura del mal de Alzheimer que en estímulos para la sexualidad masculina y en siliconas para la belleza femenina.
De aquí a unos años —profetizó—, tendremos viejas de tetas grandes y viejos de penes duros, pero ninguno de ellos recordará para qué sirven.

De Los hijos de los días, Siglo XXI, Buenos Aires, 2012.


* Eduardo Galeano nació en Montevideo en 1940. Allí se inició en el oficio periodístico, en sus años tempranos, y allí publicó su primer libro. 

Desde 1973, vivió exiliado en Argentina y en la costa catalana. A principios de 1985 regresó a Montevideo, donde actualmente vive. En dos ocasiones fue premiado por la Casa de las Américas y por el Ministerio de Cultura del Uruguay. Recibió el American Book Award de la Universidad de Washington por su trilogía “Memoria del fuego”, y los premios italianos Mare Nostrum y Pellegrino Artusi, por el conjunto de su obra. Fue el primer escritor galardonador con el premio Aloa, creado por los editores de Dinamarca, y también inauguró el Cultural Freedom Prize, otorgado por la Fundación Lannam, y el Premio a la Comunicación Solidaria, de la ciudad española de Córdoba. En 2008 los países miembros del MERCOSUR lo designaron primer ciudadano ilustre.


miércoles, 7 de noviembre de 2012

Privatizando. Elvira Lindo El País.7.11.2012

 Privatizando

“¿Por qué prejuzgamos que los médicos pagados por una empresa privada son peores? Por eso ha fracasado el discurso de la izquierda”. Palabras de Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid.
Un discurso tramposo: no se trata de que el ciudadano sostenga que un médico de la pública es mejor; lo que defiende el ciudadano es una sanidad que le ha hecho sentirse más protegido en un público que en un privado cuando acude al hospital en un estado crítico. 
El ciudadano desea seguir teniendo derecho a una atención que no se convierta en negocio, y entregar un hospital a manos privadas no es dejárselo a una organización sin ánimo de lucro, obviamente. 

El ciudadano sabe que en la medicina pública no se han escatimado, hasta ahora, pruebas que un médico estimara pertinentes y teme que la racionalización de la sanidad se traduzca en recortes en la asistencia.

 El ciudadano reconoce que los hospitales públicos son destartalados y acumulativos, pero también sabe de esas ambulancias procedentes de clínicas privadas que, aun con un grado de confortabilidad mayor, carecen de medios o de personal adecuado para afrontar ciertos delicados asuntos.

 El ciudadano entiende que los gastos sanitarios se racionalicen, pero también se pregunta por qué esa racionalización no puede efectuarse desde la misma Administración y por qué no se consulta al personal que conoce el funcionamiento de un hospital público por vivirlo trabajando y sorteando sus cotidianas dificultades. El ciudadano sabe lo que significa optimizar recursos. 

Palabras positivas que esconden un objetivo perseguido desde hace años: hacer de la salud un negocio. Seis hospitales más quedan en manos privadas y otro, el de la Princesa, pierde su razón de ser. ¿Cuántos puestos de trabajo se perderán en esta operación? Que nos lo cuente el presidente dentro de un año. O antes.
 

viernes, 2 de noviembre de 2012

Sufrimiento y desamparo legal. Manifiesto de 645 médicos contra la supresión de las anomalías fetales como supuesto para abortar

  

 Sufrimiento y desamparo legal

Manifiesto de 645 médicos contra la supresión de las anomalías fetales como supuesto para abortar

  • DESCARGABLE Las 645 firmas  
  •  
  • Cuando uno se propone tener un hijo espera y, en ocasiones, casi da por hecho que este va a nacer sano. Sin embargo, los expertos en diagnóstico prenatal sabemos que los avatares biológicos hacen que esto no siempre sea así.
    Lo cierto es que entre un 10% y un 15% de las gestaciones acaban en abortos espontáneos, abortos naturales que impiden que evolucione un embrión que no se va a desarrollar de manera adecuada. Y es que si no fuera así, si todos los óvulos que son fecundados siguieran adelante, gran parte de nuestra descendencia sufriría anomalías muy graves, la mayoría incompatibles con la vida. Asimismo, los embriones que superan esta primera barrera también están expuestos a diversos peligros en su crecimiento y desarrollo. En total, un 14,7% padecerá defectos congénitos menores, y entre un 2% y un 3%, mayores.
    Los defectos menores no requieren una intervención médica o quirúrgica específica. Son, por ejemplo, un dedo supernumerario o una oreja de implantación baja. Sin embargo, los defectos congénitos mayores tienen distintos grados de severidad, algunos tienen tratamiento médico o quirúrgico y otros no. Los médicos que trabajamos en diagnóstico prenatal y en genética tenemos el cometido de explicar a la gestante, a su pareja y a los profesionales a cargo del seguimiento del embarazo, el estado del feto. Lo estudiamos desde el punto de vista estructural o anatómico y desde el funcional. Para ello, utilizamos la ecografía como herramienta de trabajo.
    De ninguna manera la ley de 2010 abre las puertas a la eugenesia
    La ecografía se desarrolló a partir del descubrimiento del radar en la década de los cuarenta y en la actualidad se ha convertido en una herramienta muy sofisticada que permite observar y analizar casi todo lo que ocurre en el útero de la mujer embarazada durante la gestación: cómo se va completando la embriología desde que el embrión mide 3 milímetros hasta las 11,3 semanas en las que mide 5 centímetros; cómo van madurando los órganos, cómo crece el feto y evoluciona desde el punto de vista neurológico, etcétera.
    En España y en el entorno europeo se ha instaurado la práctica de tres exploraciones ecográficas a lo largo de la gestación: la primera, entre las 11 y las 14 semanas; la segunda, entre las 18 y las 22 semanas —“la ecografía de la 20”—, y la tercera, entre la 30 y la 34 semanas. Gracias a estas exploraciones somos capaces de diagnosticar tanto anomalías menores como mayores y, además, evitar complicaciones durante la evolución del embarazo.
    Este es nuestro trabajo, para cuyo ejercicio nos hemos preparado durante muchos años. Para ser un profesional experto en diagnóstico prenatal es necesario estudiar la carrera de Medicina, especializarse en Obstetricia y Ginecología durante cuatro años y al menos cinco años de dedicación exclusiva al diagnóstico ecográfico fetal.
    El diagnóstico de anomalías como un labio leporino o una obstrucción en los riñones sirve para que los padres estén preparados antes del nacimiento del bebé y puedan buscar las mejores opciones de tratamiento. Por otro lado, el diagnóstico de algunas anomalías mayores puede permitirnos practicar determinadas terapias intrauterinas (láser, cirugía fetal, etcétera) y/o planificar el parto y las condiciones de este para el inmediato tratamiento del recién nacido en las patologías en las que sea necesario hacerlo así, o bien diferirlo de forma programada y adecuada. Por desgracia, muchas de las anomalías severas son alteraciones graves e incurables, algunas incompatibles con la vida como la anencefalia o la trisomía del cromosoma 18. La ley actual permite a la mujer y a su pareja tomar la decisión de continuar o no con la gestación.
    La mayoría de las alteraciones graves o incurables afectan al sistema nervioso central o al corazón: cursan con una elevada probabilidad de deficiencia mental severa o de muerte a los pocos meses o primeros años de vida después de mucho sufrimiento familiar. Además, aunque muchas de estas enfermedades acaban con el fallecimiento del bebé, requieren con frecuencia cirugías complicadas y costosas, estancias hospitalarias largas a menudo en unidades de cuidados intensivos, y en definitiva producen un sufrimiento muy elevado para el bebé y su núcleo familiar.
    Desde un punto de vista numérico, las interrupciones de la gestación por causa fetal son escasas (3% del total), pero las consecuencias psicológicas, emocionales, sociales y médicas son muy duras. Se trata de embarazos deseados en los que de manera inesperada aparece un problema fetal muy severo con graves repercusiones físicas y/o psíquicas en el recién nacido. La decisión de interrumpir el embarazo causa mucho sufrimiento.
    Si la ley no permite la interrupción de la gestación en estos casos  , a la dramática situación se sumará el desamparo legal que sufrirán las gestantes. La opción, si toman la decisión de interrumpir el embarazo, será viajar a países europeos de nuestro entorno donde la interrupción voluntaria del embarazo por causa fetal es legal. El coste económico que esto supone nos llevará a una situación semejante a la que vivimos antes de la ley de 1985. Algunas mujeres tendrán que recurrir al aborto clandestino poniendo en peligro sus vidas. Además, desde un punto de vista médico, es fundamental que estas malformaciones graves se estudien detenidamente, ya que pueden repetirse en gestaciones posteriores. Deben hacerse estudios genéticos y necrópsicos que permitan realizar un buen consejo reproductivo de cara a futuras gestaciones.
    La ley de 2010 no abre las puertas a la eugenesia —esta es una falsa interpretación—, porque matiza, más que la anterior, bajo qué circunstancias y en qué tipo de malformaciones se puede interrumpir un embarazo avanzado y porque de ninguna manera tiene como objetivo el perfeccionamiento de la especie humana (ver significado de “eugenesia” en el diccionario de la RAE).
    Los firmantes de este texto, especialistas en Obstetricia y Ginecología, en Genética Médica, en Pediatría o en Radiología y muchos expertos en Diagnóstico Prenatal, apoyamos los supuestos de interrupción voluntaria del embarazo por causa fetal de la vigente Ley de Salud Sexual y Reproductiva que contemplan la posibilidad de interrupción de la gestación en los casos de alteración fetal grave. Recordamos que este tipo de interrupción tiene un carácter eminentemente médico.
    Las parejas que se acogen a estos supuestos lo hacen tras recibir una extensa información sobre los hechos biológicos detectados y sobre los recursos existentes en caso de que decidan continuar con la gestación. Necesitan además la firma de dos expertos que acrediten que existe una anomalía grave si esta se diagnostica antes de las 22 semanas y deben ser evaluados por una comisión multidisciplinar que dictaminará la gravedad e irreversibilidad de la alteración fetal si esta se diagnostica después de las 22 semanas. Tras la interrupción debe realizarse un estudio genético y anatomopatológico para establecer un buen asesoramiento reproductivo posterior. Además, es importante para la paciente y su pareja recibir un correcto acompañamiento psicológico.

    Pilar Martínez Ten y Begoña Adiego son ginecólogas. Suscriben este manifiesto 645 profesionales. Lo hacen a título individual, sin vincular al centro donde trabajan.
     
  •  FUENTE
  • http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/11/01/actualidad/1351798388_778454.html   
  •     

jueves, 1 de noviembre de 2012

Un poco de humanidad. Antonio Espino. El País-31.10.2012


Un poco de humanidad 

Antonio Espino. El País-31.10.2012

El psiquiatra asegura que en las consultas atienden a personas cuya vida se ha convertido en fuente de sufrimiento, incapaces de afrontar sus exigencias crecientes



En el marco de las medidas frente a la interminable crisis financiera actual, el desempleo, el empleo precario y los nuevos pobres, se han convertido en fuente inesperada de malestar personal añadido a las propias dificultades del vivir.
Al trabajo devuelto a sus orígenes de pura subsistencia se añade un malestar psíquico inédito en forma de desempleo sin otro futuro que la propaganda institucional: una sociedad de hombres y mujeres cada vez más inseguros en su vida profesional, personal y familiar.
En nuestras consultas atendemos a personas cuya vida se ha convertido en fuente de sufrimiento, incapaces de afrontar sus exigencias crecientes (su trabajo, su desempleo, su familia, su economía, su ocio, su soledad, su sexualidad, su aspecto físico, etcétera) y pudiendo desarrollar verdaderos “trastornos psíquicos” frente a los que la limitada efectividad de nuestras atenciones sanitarias cuestiona si les ayuda realmente en el trance o cumple funciones de sordina sobre el negativo impacto humano de nuestra organización económica, política y sociolaboral actual.
Este sufrimiento silencioso estalla ante la opinión pública cuando una persona que no encuentra salida ni consuelo en situaciones especialmente extremas puede llegar a quitarse la vida. Esto que venía siendo noticia y motivo de preocupación en países de nuestro entorno (Grecia, Irlanda, Italia) podría estar haciendo acto de presencia entre nosotros.
Es necesario mejorar la atención psicosanitaria de las personas que están atravesando situaciones de tan alto riesgo sabiendo que distintas medidas de orden institucional y psicosocial no específicamente sanitarias son más efectivas que muchos de nuestros tratamientos actuales. Son firmes los datos que señalan relación entre crisis económicas, desempleo, pobreza, enfermedad y aumento de las tasas de suicidio en nuestras poblaciones. Y hay que dilucidar cómo distintos factores intervienen en el desencadenamiento de estas conductas: la vulnerabilidad de cada persona, la falta de apoyo institucional real y vivida por el sujeto, el grado de apoyo del entorno inmediato, la gravedad de la situación, los patrones culturales de respuesta al estrés traumático, la presencia de trastornos psíquicos, etcétera.

En todo caso, se trata de un problema humano de extrema gravedad que exige sensibilidad y humanidad de parte de nuestros gobernantes tanto como esfuerzo de los profesionales sanitarios.
Como propone el poeta al constatar que “desgraciadamente, el dolor crece en el mundo a cada rato”:
“Señor ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! Desgraciadamente, hombres humanos, hay, hermanos, muchísimo que hacer”.

Antonio Espino es psiquiatra en ejercicio.
Fuente: