Aunque la mayoría de los casos aparecen en personas mayores de 65 años, hasta un 15% se producen en gente con menos de 45 años. La causa principal del infarto cerebral es la arterioesclerosis, aunque también es frecuente que se deba a embolias o coágulos procedentes del corazón. En la hemorragia cerebral, la responsable suele ser la hipertensión arterial y las malformaciones arteriovenosas.
Llevar una dieta equilibrada y evitar hábitos nocivos para la salud puede prevenir su aparición. La hipertensión arterial, el tabaquismo, las enfermedades cardiacas, la diabetes, el aumento del colesterol, el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, el consumo de drogas (anfetaminas, cocaína, etc), el sedentarismo y la obesidad son factores de riesgo que favorecen su desarrollo.
El abordaje precoz es vital ya que reduce la mortalidad y las secuelas. Por eso es muy importante saber identificar los síntomas para acudir lo antes posible a urgencias.
Los signos de alarma son:
-Pérdida de fuerza en la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo, de inicio brusco.
-Trastornos de la sensibilidad, sensación de «acorchamiento u hormigueo » de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo, de inicio brusco.
-Pérdida súbita de visión, parcial o total, en uno o ambos ojos.
-Alteración repentina del habla, dificultad para expresarse, lenguaje que nos cuesta articular y ser entendido por quien nos escucha.
-Dolor de cabeza de inicio súbito, de intensidad inhabitual y sin causa aparente.
-Sensación de vértigo intenso, inestabilidad, desequilibrio o caídas bruscas inexplicadas, si se acompañan de cualquiera de los síntomas descritos con anterioridad.
Desde la Sociedad Española de Neurología (SEN), advierten de que no hay que quitar importancia a estos síntomas porque desaparezcan espontáneamente ya que podría tratarse de un ataque isquémico transitorio que, si se trata a tiempo, puede evitar el infarto cerebral.