En vida
Rosa Montero. El País. 5/6/2.012
Ahí radicaba una de las grandezas de nuestra sociedad: que no había
enfermo de cáncer que no pudiera recibir el mismo protocolo terapéutico
El cáncer es una dolencia muy común, aunque algunos sigan empeñados
en disfrazar la realidad con tontunas como “murió de una larga
enfermedad”. Cada día se cura más, pero los tratamientos son
costosísimos. En Estados Unidos, por ejemplo, si no tienes un seguro
médico privado lo suficientemente caro como para incluir la
quimioterapia, simplemente no te medican, lo cual me parece una
injusticia desoladora e inicua. Y ahí radicaba una de las grandezas de
nuestra sociedad: que no había enfermo de cáncer que no pudiera recibir
el mismo protocolo terapéutico. Nuestra sanidad pública ha sido un logro
colectivo fenomenal.
Pero ahora esa gran construcción igualitaria se está desmoronando. Me
escribe X, una maravillosa guerrera de 50 años que lleva 10 con cáncer y
los siete últimos con metástasis, combatiendo como una leona con quimio
constante. Su seguro médico se negó a pagarle la quimio, aduciendo que
era en pastillas; demandó a la compañía y la ganó, pero el proceso le
llevó ocho meses, durante los cuales se tuvo que entrampar para seguir
el tratamiento (este abuso por parte de las compañías es muy común, y no
todos los enfermos tienen las fuerzas y el dinero para demandar).
Pero
lo peor viene ahora, porque la sanidad pública también comienza a
fallar. Tras siete años de probar todas las quimios, a X ya no le hacían
efecto. En cuatro meses los tumores se dispararon y la cosa iba tan mal
que nuestra guerrera incluso habló con sus hijos. Entonces su médico le
propuso una quimio nueva, eribulina, justamente indicada para su caso
concreto, y el resultado fue espectacular: ha mejorado en todo.
¿El
problema?
Que, aunque la eribulina está aprobada por todas las agencias
de medicamentos, incluida la española, ¡la Seguridad Social no la cubre!
Los recortes en medicina son recortes en vida.