UNA CLASE DE MEDICINA
Eduardo Galeano. "Bocas del Tiempo"
Rubén Omar Sosa escuchó la lección de Maximiliana en un curso de terapia intensiva, en Buenos Aires. Fue lo más importante de todo lo que aprendió de sus años de estudiante.
Un profesor contó el caso. Doña
Maximiliana, muy cansada por los trajines de una vida larga sin
domingos, llevaba unos cuantos días internada en el hospital, y cada día
pedía lo mismo:
- Por favor, doctor, ¿podría tomarme el pulso?
Una suave presión de los dedos en la muñeca, y el le decía:
- Muy bien. Setenta y ocho. Perfecto.
- Si, doctor, gracias. Ahora, por favor, ¿me toma el pulso?
Y él volvía a tomarlo, y volvía a explicarle que estaba todo bien, que mejor imposible.
Día tras día, se repetía la escena. Cada
vez que él pasaba por la cama de doña Maximiliana, esa voz, ese
ronquido llamaba, y le ofrecía ese brazo, esa ramita, una vez y otra
vez, y otra.
Él obedecía, porque un buen médico debe
ser paciente con sus pacientes, pero pensaba: “Esta vieja es un plomo”. Y
pensaba: “le falta un tornillo”.
Años demoró en darse cuenta de que ella estaba pidiendo que alguien la tocara.
Eduardo Galeano
Bocas del Tiempo
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Deseo que la Salud Pública sea un Derecho Universal, que sea realidad para todas las personas y en todos los lugares de nuestro mundo.
martes, 18 de diciembre de 2012
UNA CLASE DE MEDICINA. Eduardo Galeano
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