Estoy segura de que no soy la
única en admirar la valentía de Angelina Jolie. Y no sólo por someterse a
esa doble mastectomía (una operación de brutal violencia cuando estás
sana y se tienen, como ella, 38 años), sino, sobre todo, por decirlo
públicamente, siendo como es uno de los mayores sex-symbol del
momento. Podría haberse callado y haber seguido adelante con su carrera,
pero ha dinamitado su futuro. A mí no me cabe la menor duda de que
ningún productor la volverá a contratar para una superproducción en un
papel estándar de “chica-maciza”: temerán que los espectadores piensen
todo el rato en su operación. Y las superproducciones de Hollywood no suelen
estar hechas para hacer pensar a la gente en temas incómodos. Al contar
su situación, Angelina ha escogido convertirse en una guerrera. Siempre
mostró su compromiso con diversas causas sociales, y luchar ahora por la
prevención del cáncer de mama también es una manera de darle un sentido
positivo a su indudable sufrimiento. Quiero decir que siempre es mejor
verse como una amazona que como una enferma amputada. Los humanos no
escogemos lo que nos sucede, pero sí podemos escoger cómo respondemos a
lo que nos sucede, y el caso de Angelina Jolie es emblemático.
Todo esto fue lo primero que
sentí. Y también gratitud hacia Angelina, porque en las pocas semanas
transcurridas desde su anuncio ya he podido usarla de ejemplo en dos
ocasiones ante dos conocidas que han tenido que someterse a una
mastectomía. Sí, qué maravilla la visibilidad de Jolie, su
normalización, su belleza. Pero luego también pensé en las desigualdades
sociales; en cuántas personas en el mundo podrán someterse a esas
pruebas detectoras y, después, a la doble operación y a la
reconstrucción. Nos cuesta entenderlo, teniendo como tenemos un sistema
de salud pública modélico, nuestra joya de la corona en derechos
sociales, que hasta ahora ha atendido de la misma manera y con los
mismos protocolos al indigente y al rico. Pero en otros países no es
así. En Estados Unidos, si no tienes dinero para pagarte un seguro
médico lo suficientemente bueno que te cubra la quimio,
simplemente no recibes tratamiento para tu cáncer. No sé cuánto habrá
mejorado la situación la reforma de Obama, pero me temo que no lo
suficiente. Esta desigualdad en la extrema necesidad de la salud siempre
me pareció algo inconcebible y repugnante.
Y el caso es, repitámoslo una
vez más, que en España estamos ahora a punto de arrojar todo ese inmenso
logro social por la borda. Que nos deslizamos hacia la suprema
injusticia de los enfermos de primera y de segunda. De hecho ya están
empezando a suceder cosas así. Voy a contar un caso sin salirnos del
tema.
A L. E. se le detectó un cáncer de mama en agosto de 2011. Debía darse quimio
para evitar la recaída, pero, en vista del tipo de tumor, le
aconsejaron que se hiciera un test llamado Oncotype, que determina si es
realmente necesaria la quimioterapia o no. El test tiene que ser
enviado a EE UU y cuesta 3.200 euros. Por entonces no lo cubría de forma
general la Seguridad Social, así que, urgida por la angustia, ella pagó
con su dinero el test. Los resultados mostraron que el riesgo era bajo y
que no precisaba quimio. Todas aquellas personas que hayan
sufrido en sus carnes o en las de alguien cercano este tratamiento saben
lo durísimo que puede llegar a ser. Ahorrárselo, si es innecesario, es
un bien evidente. L. E., mal que bien, pudo pagarse la prueba, pero,
¿cuántas otras mujeres no pudieron permitírsela y sufrieron la quimio de manera superflua?
Tras recuperarse de la
operación, L. E. pidió el reembolso de la prueba a la Seguridad Social
(SS) por varias razones: primero, porque le parecía “inhumano someter a
quimioterapia a una paciente sin necesidad, existiendo una prueba que lo
confirma”; segundo, porque una quimioterapia básica cuesta unos 30.000
euros, o sea que la SS podría ahorrar mucho; y tercero, porque a partir
de febrero de 2012 ya se estaba aplicando en algunos hospitales, de modo
que resultaba injusto que algunas pacientes pudieran disfrutar del test
y otras no.
Tras varios meses de espera le denegaron el reembolso; puso un
recurso y acaban de volver a rechazarlo. La SS alega que no existía
urgencia inmediata ni de carácter vital. No sé, a mí me parece que
ahorrarse una quimioterapia inútil es algo de carácter urgente y desde
luego vital. L. E. me escribe para pedirme que hable de esta prueba y
que diga que tres comunidades la practican, Madrid, Valencia y Cataluña
(tanto con el test Oncotype como con otro parecido, Mammaprint), para
que así las mujeres en su misma situación puedan pedirla: porque, si
está incluida en el Sistema Nacional de Salud en algún lado, todas las
pacientes tienen derecho a exigirla. Y yo hago caso a L. E. y escribo
sobre ello, mientras siento que nuestro precioso sistema sanitario es un
tembloroso castillo de naipes.
FUENTE:
No hay comentarios:
Publicar un comentario