lunes, 10 de junio de 2013

Salud para todos. Rosa Montero

 Salud para todos

 
Estoy segura de que no soy la única en admirar la valentía de Angelina Jolie. Y no sólo por someterse a esa doble mastectomía (una operación de brutal violencia cuando estás sana y se tienen, como ella, 38 años), sino, sobre todo, por decirlo públicamente, siendo como es uno de los mayores sex-symbol del momento. Podría haberse callado y haber seguido adelante con su carrera, pero ha dinamitado su futuro. A mí no me cabe la menor duda de que ningún productor la volverá a contratar para una superproducción en un papel estándar de “chica-maciza”: temerán que los espectadores piensen todo el rato en su operación. Y las superproducciones de Hollywood no suelen estar hechas para hacer pensar a la gente en temas incómodos. Al contar su situación, Angelina ha escogido convertirse en una guerrera. Siempre mostró su compromiso con diversas causas sociales, y luchar ahora por la prevención del cáncer de mama también es una manera de darle un sentido positivo a su indudable sufrimiento. Quiero decir que siempre es mejor verse como una amazona que como una enferma amputada. Los humanos no escogemos lo que nos sucede, pero sí podemos escoger cómo respondemos a lo que nos sucede, y el caso de Angelina Jolie es emblemático.
Todo esto fue lo primero que sentí. Y también gratitud hacia Angelina, porque en las pocas semanas transcurridas desde su anuncio ya he podido usarla de ejemplo en dos ocasiones ante dos conocidas que han tenido que someterse a una mastectomía. Sí, qué maravilla la visibilidad de Jolie, su normalización, su belleza. Pero luego también pensé en las desigualdades sociales; en cuántas personas en el mundo podrán someterse a esas pruebas detectoras y, después, a la doble operación y a la reconstrucción. Nos cuesta entenderlo, teniendo como tenemos un sistema de salud pública modélico, nuestra joya de la corona en derechos sociales, que hasta ahora ha atendido de la misma manera y con los mismos protocolos al indigente y al rico. Pero en otros países no es así. En Estados Unidos, si no tienes dinero para pagarte un seguro médico lo suficientemente bueno que te cubra la quimio, simplemente no recibes tratamiento para tu cáncer. No sé cuánto habrá mejorado la situación la reforma de Obama, pero me temo que no lo suficiente. Esta desigualdad en la extrema necesidad de la salud siempre me pareció algo inconcebible y repugnante.
Y el caso es, repitámoslo una vez más, que en España estamos ahora a punto de arrojar todo ese inmenso logro social por la borda. Que nos deslizamos hacia la suprema injusticia de los enfermos de primera y de segunda. De hecho ya están empezando a suceder cosas así. Voy a contar un caso sin salirnos del tema.
La desigualdad en la extrema necesidad de la salud siempre me pareció inconcebible”
A L. E. se le detectó un cáncer de mama en agosto de 2011. Debía darse quimio para evitar la recaída, pero, en vista del tipo de tumor, le aconsejaron que se hiciera un test llamado Oncotype, que determina si es realmente necesaria la quimioterapia o no. El test tiene que ser enviado a EE UU y cuesta 3.200 euros. Por entonces no lo cubría de forma general la Seguridad Social, así que, urgida por la angustia, ella pagó con su dinero el test. Los resultados mostraron que el riesgo era bajo y que no precisaba quimio. Todas aquellas personas que hayan sufrido en sus carnes o en las de alguien cercano este tratamiento saben lo durísimo que puede llegar a ser. Ahorrárselo, si es innecesario, es un bien evidente. L. E., mal que bien, pudo pagarse la prueba, pero, ¿cuántas otras mujeres no pudieron permitírsela y sufrieron la quimio de manera superflua?
Tras recuperarse de la operación, L. E. pidió el reembolso de la prueba a la Seguridad Social (SS) por varias razones: primero, porque le parecía “inhumano someter a quimioterapia a una paciente sin necesidad, existiendo una prueba que lo confirma”; segundo, porque una quimioterapia básica cuesta unos 30.000 euros, o sea que la SS podría ahorrar mucho; y tercero, porque a partir de febrero de 2012 ya se estaba aplicando en algunos hospitales, de modo que resultaba injusto que algunas pacientes pudieran disfrutar del test y otras no.
Tras varios meses de espera le denegaron el reembolso; puso un recurso y acaban de volver a rechazarlo. La SS alega que no existía urgencia inmediata ni de carácter vital. No sé, a mí me parece que ahorrarse una quimioterapia inútil es algo de carácter urgente y desde luego vital. L. E. me escribe para pedirme que hable de esta prueba y que diga que tres comunidades la practican, Madrid, Valencia y Cataluña (tanto con el test Oncotype como con otro parecido, Mammaprint), para que así las mujeres en su misma situación puedan pedirla: porque, si está incluida en el Sistema Nacional de Salud en algún lado, todas las pacientes tienen derecho a exigirla. Y yo hago caso a L. E. y escribo sobre ello, mientras siento que nuestro precioso sistema sanitario es un tembloroso castillo de naipes.
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