Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua. En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.
Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso. Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano: -Decile a... -susurró el niño- Decile a alguien, que yo estoy aquí.
Esta Navidad con el amor de los Hombres
haremos turrón de Paz
¡ojalá estuviera el Hombre
todo el año en Navidad!
Rubén Omar Sosa escuchó la
lección de Maximiliana en un curso de terapia intensiva, en Buenos
Aires. Fue lo más importante de todo lo que aprendió de sus años de
estudiante.
Un profesor contó el caso. Doña
Maximiliana, muy cansada por los trajines de una vida larga sin
domingos, llevaba unos cuantos días internada en el hospital, y cada día
pedía lo mismo:
- Por favor, doctor, ¿podría tomarme el pulso?
Una suave presión de los dedos en la muñeca, y el le decía:
- Muy bien. Setenta y ocho. Perfecto.
- Si, doctor, gracias. Ahora, por favor, ¿me toma el pulso?
Y él volvía a tomarlo, y volvía a explicarle que estaba todo bien, que mejor imposible.
Día tras día, se repetía la escena. Cada
vez que él pasaba por la cama de doña Maximiliana, esa voz, ese
ronquido llamaba, y le ofrecía ese brazo, esa ramita, una vez y otra
vez, y otra.
Él obedecía, porque un buen médico debe
ser paciente con sus pacientes, pero pensaba: “Esta vieja es un plomo”. Y
pensaba: “le falta un tornillo”.
Años demoró en darse cuenta de que ella estaba pidiendo que alguien la tocara.
En 1986, el Nobel de Medicina fue para Rita Levi Montalcini.
En tiempos difíciles, durante la dictadura de Mussolini, Rita había
estudiado las fibras nerviosas, a escondidas, en un laboratorio
improvisado en algún rincón de su casa.
Años después, tras mucho trabajar, esta tenaz detective de los
misterios de la vida descubrió la proteína que se ocupa de multiplicar
las células humanas, y recibió el Nobel.
Ya rondaba los ochenta años, y decía:
—El cuerpo se me arruga, pero el cerebro no. Cuando sea incapaz de pensar, sólo quiero que me ayuden a morir con dignidad.
De Los hijos de los días, Siglo XXI, Buenos Aires, 2012.
THE SHIRELLES: ‘MAMA SAID’
Un clásico absoluto de principios de los años sesenta, compuesta por los clásicos Luther Dixon y Willie Denson para el sello de música negra Scepter, donde luego estaría la gran diva Dionne Warwick.
En 1906, Santiago Ramón y Cajal recibió el Premio Nobel de Medicina.
Él había querido ser artista pintor.
Su padre no lo dejó, y no tuvo más remedio que convertirse en el científico español más importante de todos los tiempos.
Se vengó dibujando lo que descubría. Sus paisajes del cerebro competían con Miró, con Klee:
-El jardín de la neurología brinda emociones artísticas incomparables -solía decir.Él disfrutaba explorando los misterios del sistema nervioso, pero más disfrutaba dibujándolos.
Y todavía más, más todavía, disfrutaba
diciendo a viva voz lo que pensaba, a sabiendas que eso iba a darle más
enemigos que amigos
A veces preguntaba, sorprendido:
-¿No tienes enemigos? ¿Cómo que no? ¿Es que jamás dijiste la verdad, ni jamás amaste la justicia? Texto extraído del libro de Eduardo Galiano, Los hijos de los Días.
"Seguiremos" Macaco y Niñ@s del Hospital Sant Joan de Déu de Esplugues de Llobregat (Barcelona).
"Hazte donante de esperanza", surgió de Paula, una niña de 12 años que
padece cáncer, ingresada en este hospital, que quiso que todos los niños y niñas del servicio de oncologíacantasen y bailasen para mostrar a la sociedad que, pese a estar
enfermos, tienen esperanza y alegría, dos palabras que muestran en
carteles durante el videoclip.
Barcelona, 27 de noviembre de 2012. Un grupo de pacientes de los
servicios de oncología y hematología, sus familias, profesionales y
voluntarios del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, han grabado un
videoclip con Macaco para sensibilizar a la población sobre la
necesidad de financiar la investigación del cáncer infantil.
Un videoclip filmado con niños que tienen cáncer y que están ingresados en el Hospital Sant Joan de Déu de Esplugues de Llobregat (Barcelona) y con el cantante Macaco que ha cedidoel uso de una de sus canciones, Seguiremos, para la grabación del videoclip.
El Hospital Sant Joan de Déu es un centro de referencia en el tratamiento e investigación de las enfermedades oncológicas infantiles
que aplica un modelo donde la asistencia y la investigación se integran
con el objetivo de trasladar al paciente lo antes posible los avances
en investigación y mejorar así el manejo global de los pacientes.
Letra de Seguiremos. Macaco
Los sueños cambiaron el destino de los hombres y de las naciones (voz en off)
Di si (oh oh) seguiremos (oh oh)
Si dicen perdido yo digo buscando,
Si dicen no llegas de puntillas alcanzamos,
Y sí (oh oh) seguiremoos (oh oh).
Si
Los sueños cambiaron el destino de los hombres y de las naciones (voz en off)
Di si (oh oh) seguiremos (oh oh)
Si dicen perdido yo digo buscando,
Si dicen no llegas de puntillas alcanzamos,
Y sí (oh oh) seguiremoos (oh oh).
Si dicen caíste yo digo me levanto
Si dicen dormido es mejor soñando
Entre unos y otros ahí estás tú
Somos los mismos somos distintos
Pero nos llaman multitud.
Perdonen que no me levante
Cuando digan de frente y al paso
No somos tropas no somos soldados
Mejor gotas sobre olas flotando.
Y si (oh oh) seguiremos (oh oh)
Si dicen perdido yo digo buscando,
Si dicen no llegas de puntillas alcanzamos,
Y sí (oh oh) seguiremoos (oh oh).
Si dicen caíste yo digo me levanto
Si dicen dormido es mejor soñando
Perdonen que no me aclere
En medio de este mar enturbiado
Nos hicieron agua trasparente
No me ensucien mas,
Yo ya me he manchado.
y es que hay una gran diferencia
entre pensar y soñar
yo soy de lo segundo
En cada segundo vuelvo a empezar.
Y sí (oh oh) seguiremos (oh oh)
Si dicen perdido yo digo buscando,
Si dicen no llegas de puntillas alcanzamos,
Y sí (oh oh) seguiremoos (oh oh).
Si dicen caíste yo digo me levanto
Si dicen dormido es mejor soñando
Hoy sabemos que lo importante es soñar, liberar nuestro inconsciente, el
filtro de censura del pensamiento, creemos que al soñar perdemos un
tercio de nuestra vida, y nos equivocamos. (voz en off)
Y si (oh oh) seguiremos (oh oh)
Si dicen perdido yo digo buscando,
Si dicen no llegas de puntillas alcanzamos,
Y sí (oh oh) seguiremoos (oh oh).
Si dicen caíste yo digo me levanto
Si dicen dormido es mejor soñando
Si dicen caíste yo digo me levanto
Si dicen dormido es mejor soñando
El 92% de la española evalúa de forma claramente positiva la
preparación y competencia de los médicos y del personal de enfermería de
los centros públicos
José Juan Toharia Cortés (Madrid, 28 de octubre de 1942) es un sociólogo
y catedrático español. Actualmente es presidente de Metroscopia, uno de
los más influyentes institutos privados deinvestigación de la opinión
pública en España.
Los españoles vivieron inicialmente la actual crisis económica como
una especie de sunami: algo imprevisto, súbito y devastador. Luego, tras
tomar gradualmente conciencia de la catastrófica situación resultante,
concluyeron que el país había quedado tan dañado y empobrecido que
tardaría muchos años en recuperarse. Y eso empezó a dar gradualmente
paso, en el ánimo colectivo, a un sentimiento nuevo y crecientemente
detectable en los sondeos: irritación, y aun cólera,
ante la persistente total impunidad de todos los que provocaron el
actual drama colectivo, o lo permitieron o de él sacaron provecho. Los
ciudadanos soportan cada vez peor —los datos de opinión son cada vez más
rotundos— que el Gobierno tenga que dar sucesivos, y al parecer
inacabables, giros de tuerca en los recortes de prestaciones y en las
subidas de impuestos, en gran medida como consecuencia del dinero
público que fue preciso bombear a determinadas instituciones financieras
mal gestionadas y expoliadas sin que, a cambio, se haya exigido
reparación alguna a quienes las condujeron a tan crítica situación.
Pero hay una línea roja que la ciudadanía no parece dispuesta a
permitir, resignadamente, que se traspase: la que delimita a la Sanidad
Pública tal y como hasta ahora ha venido funcionando. Una reciente
encuesta de Metroscopia
mostraba que dos de cada tres españoles creen preferible que se deje
quebrar los bancos y cajas que se hayan hecho merecedores de ese final
antes que dañar nuestro actual sistema público de salud. Este constituye
un intenso motivo de orgullo nacional, la auténtica joya de nuestra
corona institucional. Y en este tema la ciudadanía sabe de lo que habla:
el 69% de todos los españoles utiliza solamente la sanidad pública; un
24% utiliza tanto la sanidad pública como la privada, según los casos; y
solo un 7% utiliza exclusivamente la sanidad privada.
El mensaje ciudadano es claro:
No la toquen. Al precio que sea
Los datos del actual sondeo son inequívocos: el 92% de toda la
población española evalúa de forma claramente positiva la preparación y
competencia de los médicos y del personal de enfermería de los centros
públicos; un 90% evalúa también así la atención hospitalaria que reciben
los enfermos; en caso de urgencia o emergencia, un 71% preferiría
acudir —si le diesen a escoger— a un hospital público antes que a uno
privado; y en caso de una operación —grave o no—, más del 70% seguiría
optando por el hospital público. ¡Y esto lo dice incluso la mayoría (el
54%) de quienes solo utilizan la sanidad privada!
La privatización de la gestión de los hospitales públicos
despierta un recelo claramente mayoritario tanto entre quienes solo
utilizan la sanidad pública como —significativamente— entre quienes
acuden únicamente a la sanidad privada. Ni unos ni otros creen que con
esa gestión privatizada se vaya a mejorar el sistema sanitario, ni las
listas de espera ni los medios técnicos ni el material, ni la atención
médica ni los tratamientos.
El mensaje ciudadano parece claro: dejen la sanidad pública así, no experimenten con ella, no la toquen. Al precio que sea.
Informó que sufría taquicardia cada vez que la veía, aunque fuera de lejos.
Declaró que se le trababa la lengua y no lograba articular sonidos cuando ella lo miraba, aunque fuera de refilón.
Admitió una hipersecreción de la glándula sudorípara cada vez que ella le hablaba, aunque fuera para contestarle el saludo.
Reconoció que padecía graves desequilibrios en la presión sanguínea cuando ella lo tocaba, aunque fuera por error.
Confesó que por ella padecía mareos, que se le nublaba la visión, que se
le aflojaban las rodillas, que lo desvelaba el insomnio.
-Fue hace mucho tiempo, doctor -dijo-. Yo nunca más sentí nada de eso.
El médico arqueó las cejas:
-¿Nunca más sintió nada de eso?
Y diagnosticó:
-Su caso es grave.