Un poco de humanidad
Antonio Espino. El País-31.10.2012
El psiquiatra asegura que en las consultas atienden a personas cuya vida se ha convertido en fuente de sufrimiento, incapaces de afrontar sus exigencias crecientes
En el marco de las medidas frente a la interminable crisis financiera
actual, el desempleo, el empleo precario y los nuevos pobres, se han
convertido en fuente inesperada de malestar personal añadido a las
propias dificultades del vivir.
Al trabajo devuelto a sus orígenes de pura subsistencia se añade un
malestar psíquico inédito en forma de desempleo sin otro futuro que la
propaganda institucional: una sociedad de hombres y mujeres cada vez más
inseguros en su vida profesional, personal y familiar.
En nuestras consultas atendemos a personas cuya vida se ha convertido
en fuente de sufrimiento, incapaces de afrontar sus exigencias
crecientes (su trabajo, su desempleo, su familia, su economía, su ocio,
su soledad, su sexualidad, su aspecto físico, etcétera) y pudiendo
desarrollar verdaderos “trastornos psíquicos” frente a los que la
limitada efectividad de nuestras atenciones sanitarias cuestiona si les
ayuda realmente en el trance o cumple funciones de sordina sobre el
negativo impacto humano de nuestra organización económica, política y
sociolaboral actual.
Este sufrimiento silencioso estalla ante la opinión pública cuando
una persona que no encuentra salida ni consuelo en situaciones
especialmente extremas puede llegar a quitarse la vida. Esto que venía
siendo noticia y motivo de preocupación en países de nuestro entorno
(Grecia, Irlanda, Italia) podría estar haciendo acto de presencia entre
nosotros.
Es necesario mejorar la atención psicosanitaria de las personas que
están atravesando situaciones de tan alto riesgo sabiendo que distintas
medidas de orden institucional y psicosocial no específicamente
sanitarias son más efectivas que muchos de nuestros tratamientos
actuales. Son firmes los datos que señalan relación entre crisis
económicas, desempleo, pobreza, enfermedad y aumento de las tasas de
suicidio en nuestras poblaciones. Y hay que dilucidar cómo distintos
factores intervienen en el desencadenamiento de estas conductas: la
vulnerabilidad de cada persona, la falta de apoyo institucional real y
vivida por el sujeto, el grado de apoyo del entorno inmediato, la
gravedad de la situación, los patrones culturales de respuesta al estrés
traumático, la presencia de trastornos psíquicos, etcétera.
En todo caso, se trata de un problema humano de extrema gravedad que
exige sensibilidad y humanidad de parte de nuestros gobernantes tanto
como esfuerzo de los profesionales sanitarios.
Como propone el poeta al constatar que “desgraciadamente, el dolor crece en el mundo a cada rato”:
“Señor ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! Desgraciadamente, hombres humanos, hay, hermanos, muchísimo que hacer”.
Antonio Espino es psiquiatra en ejercicio.
Fuente:
No hay comentarios:
Publicar un comentario